miércoles, 6 de octubre de 2010

Stanley Milgram II – Seis grados de separación

Estocolmo, 1909
En este año Marconi y Ferdinand Braun fueron galardonados con el Premio Nobel de Física por su contribución a la telegrafía sin hilos, uno de los grandes hitos fundacionales de nuestra actual era de las telecomunicaciones. Durante el discurso que dio, Marconi hizo referencia a como estas telecomunicaciones contribuirían a hacer nuestro mundo más pequeño y a conectar a la gente de forma mucho más cercana.



Budapest, 1929
En 1929, el poeta y escritor húngaro Frigyes Karinthy publicó «Todo es diferente», un libro de cuentos cortos entre los que destacaba uno titulado «Cadenas», inspirado en las palabras de Marconi. Moviéndose entre la ficción, las matemáticas y la filosofía, reafirmaba la tesis de que nuestro mundo, gracias al avance de esas telecomunicaciones y la expansión de las redes sociales (cada vez conocemos más gente y de ámbitos más diversos), se va haciendo cada vez más y más pequeño, de tal modo que todos estamos cada vez más interrelacionados unos con otros. Y, para demostrarlo, proponía un juego según el que todos estaríamos interconectados a través de una red de tal extensión y complejidad que podríamos llegar de cualquiera de nosotros a otro a través de una imaginaria cadena humana de cinco eslabones como máximo.

Da varios ejemplos. El primero es buscar los nodos que conectaban al narrador de la historia, un jugador de tenis, con la escritora Selma Lagerlöf. Pues bien, esta escritora había recibido el premio Nobel recientemente y, por ello, había conocido al Rey Gustavo de Suecia. Este monarca, a su vez, era un gran aficionado al tenis, y había jugado con el famoso tenista internacional Kehrling… al que conocía el narrador de la historia. Así que él y Selma Lagerlöf sólo estarían separados por dos eslabones: el rey Gustavo y Bela Kehrling.

Así que podemos ver que Selma Lagerlöff, la inmortal creadora de Nils Holgersson, no sólo fue la primera mujer en recibir el premio Nobel de Literatura, sino también la primera persona en participar, aunque de forma inadvertida, en el juego de los seis grados de separación.

Para el segundo ejemplo proponía algo más complicado. Conectarse a sí mismo con un anónimo trabajador cualquiera de una fábrica de Ford, en Estados Unidos. Pues bien, ese empleado conocería al jefe de la fábrica, y ese conocería al señor Ford, y Ford es buen amigo de Hearst, el magnate de los periódicos, que recientemente había conocido al periodista y escritor húngaro Arpad Pasztor, a quien conoce el narrador. Cuatro eslabones separarían, pues, a éste del anónimo trabajador de la Ford.

El tercer ejemplo ilustraba que este era un fenómeno completamente nuevo y contemporáneo, pues sería imposible conectar al emperador Julio César con un sacerdote azteca de su misma época, pues la separación entre los continentes y culturas, en aquellos tiempos, era enorme.

La evidente pregunta es, ¿y por qué, hoy, todos hablamos de seis grado de separación y no de cinco eslabones de separación? Pues bien, la expresión original está separada de su actual formulación por varios eslabones (o grados), uno de los cuales es Stanley Milgram.



París, años 50
Nuestro siguiente eslabón nos lleva de la Hungría del periodo de entreguerras al París de la posguerra. Allí, a principios de los 50, el matemático Manfred Kochen y el sociólogo Ithiel de Sola Pool, comenzaron la redacción de un artículo de matemáticas titulado «Contactos e Influencias», donde retomaban el tema de las redes sociales y de cómo la tecnología estaba cambiando la forma de nuestras relaciones y los contactos entre personas se iban haciendo cada vez más frecuentes y cercanos, dándole así un contenido científico y lógico a lo que ya planteara el escritor húngaro.



Instituto de Tecnología de Massachusetts, 1961
Ithiel de Sola Pool y Kochen regresaron a Estados Unidos, donde el primero comenzó a dar clases en el MIT. Allí, en 1961, uno de sus alumnos, Michael Gurevich, como trabajo de doctorado realizó un estudio empírico, entrevistando a gente y estableciendo a partir de ahí una serie de cálculos, que desarrollaba las tesis que ya había comenzado a investigar su profesor. A partir de ese trabajo y aplicando análisis estadísticos y matemáticos más sofisticados, de Sola Pool y Kochen retomaron el trabajo en su viejo artículo «Contactos e Influencias» hasta llegar a la conclusión inicial de que podrían conectarse dos personas cualquiera en Estados Unidos sólo a través de dos nodos de la extensa y compleja red social que ya existía en ese tiempo. Luego, al mejorar sus análisis matemáticos con el uso de primitivos ordenadores, ya en 1973, ampliaron ese número a tres nodos. El artículo fue finalmente publicado en 1978.



Harvard, 1967
Stanley Milgram ya era célebre por sus experimentos sobre obediencia de Yale cuando planteo la realización de una nueva investigación que llamaría «Experimento del Pequeño Mundo». En los años 50 había estado en París, donde había conocido a de Pola Sool y Kochen, y ya entonces se había interesado mucho por sus teorías. Y ahora, al leer el trabajo de Gurevich, su interés renació, llevando a idear este nuevo experimento.
El experimento inicial consistía en el envío de una serie de paquetes a personas al azar en Omaha y Wichita. En ellas se les informaba del propósito del experimento y de su procedimiento. A cada persona se le asignaba, también al azar, un destinatario en Boston, al que deberían de hacer llegar ese paquete. Evidentemente no conocían a ese destinatario, con lo que debían enviarlo a una persona, conocida de ellos, que considerasen que podía acercar lo más posible el paquete a su objetivo final. Así, Milgram, esperaba medir los grados de separación entre dos personas de Estados Unidos.

El paquete consistía en más sobres, sellos e instrucciones, para que a los participantes no les costase dinero participar en esta cadena de cartas. También había otro grupo de cartas que, en cada paso, deberían ser enviadas a Harvard, para que Milgram y su equipo pudiesen seguir la evolución del experimento y ver cuántos relevos tenía que dar la carta hasta conectar a esas dos personas.

Este experimento se repitió varias veces, con grupos de cerca de 300 sujetos cada vez, variando los lugares de origen y destino, y refinando cada vez más los procedimientos.

Uno de los grandes problemas que tuvo Milgram fue el de la muerte experimental. La muerte experimental no tiene nada que ver con la muerte física, y se le llama así a que un sujeto abandone un experimento en curso. Y en este caso fue algo muy frecuente. Muchas personas no se quisieron tomar la molestia de participar en el experimento y, directamente, tiraron los paquetes a la basura, rompiendo cadenas o cercenándolas antes de que pudiesen originarse. Esto ha hecho que algunos científicos se cuestionen los resultados de Milgram.

De las que llegaron, algunas iban muy rápidas y otras tardaban bastante más, resultando en una medie de 5,5, con lo que el experimento concluyó que la cantidad de nodos o eslabones que separaba a las personas entre sí era seis. Aún así, Milgram y su equipo, en sus escritos e informes, jamás usaron la expresión «seis grados de separación». Sin embargo, sus resultados gozaron de cierta popularidad, y un dramaturgo neoyorkino tomó buena nota de ellos…



Nueva York, 1990
El 16 de mayo de 1990, en el teatro Mitzi E. Newhouse, del Lincoln Center de Nueva York, se estrenó la obra teatral de John Guare «Seis Grados de Separación». Esta obra se inspiraba en dos hechos reales. El principal era la vida de David Hampton, un estafador que se pegó la gran vida al hacer creer a un montón de gente que era hijo de Sidney Poitier. De forma secundaria y como telón de fondo filosófico estaba el experimento de Milgram y la teoría subyacente de que todos estamos interconectados en una compleja red en la que, como mucho, sólo seis nodos separan a una persona de otra.
Hacia el final de la obra, su protagonista femenina, una como siempre estupenda, Stockard Channing, soltaba un monólogo sobre lo interconectados que estamos unos con otros en todo el mundo, y decía:

«Cada persona en este planeta sólo está separada de las demás por seis personas. Seis grados de separación. Entre nosotros y cualquier otro en este planeta.»

Si fue una mujer, Selma Lagerlöf, la primera en participar en este juego, fue otra, Stockard Channing, la primera que formuló, en público, el 16 de mayo de 1990, la expresión por la que se conocería de forma popular a partir de entonces: «seis grados de separación».



En el cine y la televisión
La obra de Guare se adaptó al cine, en una película del mismo título que, además de lanzar la carrera de Will Smith en el cine, hizo aún más popular el concepto de los seis grados de separación (que volvió a transmitir Stockard Channing, que repitió su papel teatral en la película).
De alguna manera esa idea está detrás de muchas películas que juegan a interrelacionar personajes en principio inconexos y muy diferentes, pero cuyas acciones alcanzan a otros en este mundo cada vez más pequeño. En esta línea se podrían citar casi todas las películas de Iñárritu o la oscarizada «Crash».

Es curioso que, uno de los actores que participó en la obra de Guare, cuando ya se llevó a Broadway, fuera un joven J. J. Abrams, en sus inicios como actor. Con el tiempo se haría guionista, productor y director, y si algo tienen en común varias de sus series de televisión, es su obsesión con lo interconectados que estamos todos por esos grados de separación. Ya se intuye en «Felicity» y «Alias», es claramente evidente en «Perdidos», y completamente abierto en su frustrada serie «Seis grados», que ya trataba directamente con el tema.

Seguro que se podrían poner muchos más ejemplos, tomados del cine, la televisión, la literatura, el comic, internet, los experimentos hechos con las redes sociales de facebook, etc. Pero el hecho es que el concepto de los seis grados de separación, hoy, no sólo es ampliamente conocido y popular, sino que seguramente es una realidad de la que muy pocas comunidades, tremendamente aisladas y primitivas, escapan.



La cadena de los seis grados de separación
Esta entrada sólo ha pretendido rastrear someramente los seis grados de separación que nos llevan del nacimiento del concepto, a principios del siglo XX en Estocolmo, hasta la formulación final del mismo, en un teatro de Nueva York, a finales de ese mismo siglo. Seis eslabones para seis grados, una cadena que se extiende a través del espacio y del tiempo a lo largo de todo un siglo:

Marconi (Estocolmo, 1909)
Frigyes Karinthy (Budapest, 1929)
Manfred Kochen & Ithiel de Sola Pool (París, 1950)
Michael Gurevich (Massachusetts, 1961)
Stanley Milgram (Harvard, 1967)
John Guare (Nueva York, 1990)

11 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y usted qué opina? O sea, ¿tú crees que es verdad que haya 6 grados de separación entre cualesquiera dos habitantes del planeta? ¿Crees que estos experimentos tienen rigor?

Elperejil dijo...

Como buen escéptico que soy, y con un punto misántropo que no puedo evitar, pienso que los seis grandos funcionan estupendamente para las tontadas y las cosas graciosas, como los juegos de quien conoce a quien, del facebook y cosas así. Para eso sí que estamos estupendamente conectados. Eso sí, en cuanto lo que necesitas es un verdadero favor o que alguien te ayude, los seis grados saltan por la ventana y nos damos cuenta de los solos (o poco acompañados) que estamos en nuestro viaje por la vida.

El experimento de Milgram me parece más simpático e ingenioso que riguroso, básicamente porque la muerte experimental que tuvo fue tan grande (a veces cercana al 80%) que es imposible que algo así no sesgase los resultados.

Lo que es innegable es la influencia de esa idea, de tan variados padres, en nuestra cultura.

Elperejil dijo...

Ah, y la eficiencia de esta teoría dependerá mucho del nivel tecnológico y de la movilidad de la comunidad de los sujetos en cuestión. Es fácil buscar y trazar esos nodos entre países occidentales o americanos con un nivel decente de telecomunicaciones y gente que no para de viajar de aquí para allá.

Sin embargo, si nos vamos al medio del continente africano, o al verdadero rural chino, a una comunidad nómada de Mongolia o a una de las muchas culturas primitivas de Nueva Guinea (sólo en esa isla hay más idiomas y dialectos que en todo el resto de Asia), pues la cosa se pondría mucho más peliaguda y no creo que llegasen los seis grados de marras...

Vicisitud y Sordidez dijo...

¿Y cómo no ha terminado el post llegando a Kevin Bacon?

Soberbio, una vez más. Sobre el tema de Kevin Bacon, Paco me obligó a hacer mis seis grados incluyendo a un músico de rock progresivo. Me limpié el sudor y dije: Monto 'El segundo nombre', producida por Julio Fernández, quienj produce 'Trece Campanadas' con Juan Diego Botto, que está en 'En brazos de la mujer madura' con Faye Dunaway, la cual sale en 'The Wicked Lady' con música de Tony Banks, quien compone la banda sonora de 'Quicksilver' protagonizada por... Kevin Bacon.

Ergo, sobran los seis grados. Ahora estoy en el proceso de intentar conseguir que me separe un solo grado de...





...Apichatpong.

Elperejil dijo...

Oh, "Quicksilver", qué recuerdos de adolescencia me trae esa película... con la pandilla al cine, rezando para que la chica de al lado se asustase lo suficiente... qué añoranzas.

Estuve tentado a poner lo del jueguecito con Kevin Bacon, pero al final no se me dio por ahí... y habría entrado bien, la verdad. Y me descubro ante tu conexión con él. Brillante. Y sí, que la cadena pasase por un músico de progresivo debería ser un requisito para los "profesionales" del juego. Qué maestría.

Respecto a Apichatpong, pues si te sirve... tú me conoces a mí, y yo trabajé y soy amiguete de Fede Pérez, el actor/guionista/lingüista que ayudó a Bardem con su acento gallego en "Mar Adentro", y Bardem trabajó con Benicio del Toro en "Huevos de Oro", y Benicio fue uno de los miembros del jurado que le dieron el premio a Apichatpong... bueno, son cuatro grados y sin músico de progresivo... se ve que aún tengo que mejorar en esto :)

Anónimo dijo...

Pues sí, estoy de acuerdo. Es que iba a comentar todo eso, pero antes he pensado que, ya que tú no habías dado tu opinión, quizá no estaba rebatiendo nada. Lo considero divertido como juego, pero no muy riguroso. Eso sí, como comentario sobre la sociedad tecnológica, me parece muy bueno.

Además, justo pensaba poner un ejemplo con un africano y un chino. Está claro que depende mucho de si se vive en el primer mundo y en lo de Milgram ayudó que todo el mundo fuese de EE. UU. Aparte de todo, no me extraña lo de la "muerte" del experimento pues, mientras iba leyendo la descripción del mecanismo, pensaba que la gente tenía mucha paciencia para seguirlo.

Elperejil dijo...

Me gusta lo de que los seis grados de separación es una especie de comentario sobre nuestra sociedad tecnológica. Más extensa pero menos intensa. Conocemos a un montón de gente pero son nexos muy superficiales. En comunidades más pequeñas y primitivas, o menos tecnológicas, los nexos son menos extensos pero más intensos (para bien y para mal, porque eso también provoca conflictos).

Vicisitud y Sordidez dijo...

Muy bien currados los grados. Mi objetivo es que en unapeli indie que voy a montar participe Luis Miñarro.

Otra variante a la que me desafió Paco: mete a un director erótico-festivo.

Monto 'El segundo Nombre' con Erica Prior, que actúa en 'Chromium Blue' dirigida por ZALMAN KING, que rodó 'Orquidea Salvaje' con Mickey Rourke que sale en 'Diner' con... Kevin Bacon.

Menos de seis grados, pero con más tetas.

Elperejil dijo...

Jajaja... me encantan esas variantes del juego de Kevin Bacon, algo sin duda para profesionales, pues a mí ya me costaría Kevinbaconearme a palo seco...

Una rápida será que trabajé mucho con el actor gallego Víctor Mosqueira, que salía en UPA, donde también salía Alex González, que aparecerá en "X-Men First Class", con Kevin Bacon. Dos grados pero sin músico progresivo ni director erótico festivo...

A ver, para director erótico festivo. Vuelvo a Fede Pérez (actor, guionista y lingüista... como una navaja suiza, vamos), de ahí a Bardem, y de él a Josh Brolin (por "No es país para viejos") y de ahí a la película "The Hollow Man" donde con Brolin está Verhoeven (erótico festivo de lujo) y Kevin Bacon. Cuatro grados. No está mal, ¿no?

Con lo del músico de progresivo lo dejo... no dan mis conocimientos para tanto...

Oscar dijo...

Es curioso porque porque yo a base de comentarios y historias conoci a una persona que conocia a Cristofher Doyle. Eso me hizo pensar que estaba a como mucho 4 grados de cualquier persona que trabajara en Hollywood. Por otras fuentes se que estoy tambien a un grado del pequeño de los iglesias y eso a su vez me hace estar a 4 grados de los mas famosos de la musica, que no los mejores jajaja

Creo que tambien estoy a un grado de Juan Carlos de Borbon... y vamos simplemente soy un chaval de clase media-baja de Valencia... o sea que yo lo veo factible los 6 grados en todo el mundo, incluso lo acortaria en 5 pero vaya al final es un poco tonteria realmente, pero bueno, es curioso

Perdon por los acentos

Elperejil dijo...

Sí, es un juego curioso y simpático, y quizá sirva de ilustración a las consecuencias del avance de las comunicaciones y telecomunicaciones... pero poco más. Eso sí, no deja de tener su gracia.